Cosas que me gustaria saber [Denise]

Al viajar por India —sobre todo por los lugares sagrados y ashrams— se ve mucha gente con abalorios colgados del cuello. También se ven muchas fotografías antiguas de yoguis desnudos, esqueléticos y aterradores (o, a veces, incluso yoguis rechonchos, bonachones y radiantes) que también llevan abalorios. Estos collares de cuentas se Wímín japa malas. En India los hindúes y budistas devotos los usan desde hace siglos para mantenerse concentrados durante sus meditaciones religiosas.

El collar se tiene en la mano y se maneja de manera circular, tocando una cuenta cada vez que se repite un mantra. En la Edad Media, cuando los cruzados llegaron a Oriente durante las guerras santas, vieron a los devotos rezar con sos japa malas y, admirados, llevaron la idea a Europa, donde se convirtió en el rosario. Ahora mismo yo sostenia uno en mi mano mirandolo con suma delicadeza mientras un carruaje me llevaba a la direccion que se suponia era de una de mis nuevas pacientes, habia leido su historial medico con anterioridad entiendo el hecho de lo que tuvo que pasar, en este caso habia sido mejor que una mujer hablara con ella pero habia que entender que en la rama en la cual estaba familiarizado, la psicologia, no habia muchas mujeres, ni en la medicina en particular.

El cochero me dejo enfrente de la residencia que se suponia era de Denise A. Laroque. Camine hasta tocar la puerta esperando la respuesta desde dentro. Esperaba que mi llegada no le importunara ademas de que me habia sido transferida por el director mismo del hospital para que le atienda.

El día estaba algo nublado, el sol apenas se colaba entre las nubes regalando algunos cálidos rayos.
Pero no me importaba, sentía que ya nada importaba, hacia días que deje de ir a mi trabajo, apenas comía y casi ni dormía por las noches.
El recuerdo de aquella noche me azotaba a cada momento. Me sentía aun prisionera.

Cada día se volvía eterno, cada noche era in infierno. Cientos de ideas rondaban por mi mente, sabia muy bien que vivir así no estaba bien, constantemente me repetía que el miedo no me debía vencer, pero la angustia me atacaba en cuanto podía.

Lo único que lograba calmarme era la música, la danza, aquello que me traía recuerdos de mi vida en Japón, pero a su vez, la nostalgia y la soledad de estar a cientos de kilómetros de mi hogar, aumentaba mi dolor.

En mi última visita al hospital me anunciaron que un nuevo psicólogo me atendería. Vendría a mi casa para una atención mas personalizada y tranquila.
Eso en parte me inquietaba, desde aquel episodio sentía desconfianza hacia los hombres, y permitirle ingresar a mi hogar a un desconocido, me inquietaba aun más.
Arregle mi cabello y mi vestido, acomode mi casa, aquello me distraía por unos momentos y evitaba pensar en todas esas cosas.

Oí como alguien llamaba a mi puerta, mi corazón no pudo evitar acelerarse y mis nervios se tensaron.
Sentía miedo, miedo de que sea alguien que quiera herirme.
Me acerque a la puerta y lentamente la abrí, observando atentamente a quien llamaba.

Su subconsciente llevaba un buen rato barajando una posibilidad de tocar de nuevo la puerta, pero aún no se atrevía a enfrentarse a ella sin tener pleno conocimiento de quien era él, es ademas por sentido comun que ella iba a desconfiar de su presencia por la simpleza de que se trataba de un hombre. Ahora, por fin, decidió admitirla en su conciencia: ¿Y si se ponia histerica con solo mirarlo? Era uno de los gajes suponia, que no iba a poder evitar, asi que le iba a hablar en la mas tranquila de las voces e iba a intentar doblegar su miedo con cariño y atenciones. Eso tal vez funcionaria en una joven como ella, aunque todo era suposiciones, apenas habia leido su expediente. Pues el no consideraba que los relatos escritos por otras personas satisfagan su curiosidad para observar y aprender. La puerta se abrio apenas mostrando una rubia cabellera al otro lado con una mirada insegura.

- ¿es la señorita Laroque? - Mantuvo la voz muy baja. La preocupación en su tono era inequívoca por saber si estaba en el lugar correcto pero por la forma en que su mirada se poso en él, era ella - soy el Dr. Aramis, puede decirme simplemente Aramis si gusta. Vengo del hospital para nuestra cita semanal ¿me permite pasar? - La voz era hipnótica, casi mesmerizante -

Si él se lo sugería, ella no tendria oportunidad de desconfiar en él, tendria que ir a pasos de bebé para que pudiera sentirse . Lo que más deseaba la joven ahora era romper con su vida y escapar de todo, no tener que acercarse a ningun otro hombre que quisiera lastimarla. Pero empezaria a ponerse triste al pensar en el final de los resultados de esa desicion, ella no podria tener una vida completa sin la relacion que deberia de tener toda señorita de su edad y en el tiempo que tendria que esperar hasta volver a estar seguro de si misma como para empezar una charla con un hombre. Pero para eso es que él estaba alli, para ayudarle a susperar esos miedos y esa idea de temor.

Al abrir la puerta pude observar a un hombre con un muy buen porte. Su voz era suave pero firme.

- ¿es la señorita Laroque? - soy el Dr. Aramis, puede decirme simplemente Aramis si gusta. Vengo del hospital para nuestra cita semanal ¿me permite pasar? - Dijo aquel sujeto.

Dedique un momento para observarlo, aun sentía miedo hacia los hombres, tenia dentro mio esa sensación de que me harían daño. Pero sabía que no debía convivir con ese temor toda la vida.
Termine por abrir la puerta para que pudiera ingresar y rápidamente la cerré detrás suyo.

-Denise Laroque, encantada.- realice una reverencia ante él, típica tradición oriental.

Me sentía algo incomoda, mi mirada estaba clavada en el suelo y mis manos temblaban levemente.

-Por favor, tome asiento.- dije de forma muy tímida. – ¿Desea algo para beber? Puedo preparar té.

Él era la primera persona que conocía mi casa, no era demasiado grande, pero era confortable para una mujer sola, además de que me daba cierta seguridad.
Me dirigí hacia la cocina para calentar el agua, allí cerré mis ojos y respire profundo intentando calmarme, mi madre me había enseñado a ser una buena anfitriona, tal y como lo haría una respetable geisha (a pesar de que yo no lo fuera), deseaba hacer sentir bien a mi invitado a pesar de mis temores.
Mientras el agua se calentaba regrese a donde se encontraba el señor Aramis y dirigí mi mirada a sus ojos, claro y de mirada penetrante.
Me sentía algo apenada, mi apariencia no era la mas hermosa, si bien mi vestido estaba prolijo al igual que mi cabello, mi rostro dejaba en claro que no había dormido en días.

Habia ingresado por fin al lugar de la señorita, mire para todas partes como recabando informacion a cerca de ella, como vestia, como vivía, pero en especial como se comportaba. Note que no miraba a mis ojos directamente y tenia una disciplina propia de las damas finas a la hora de saludar a otros. Tome nota de ello e hice una reverencia igualmente hacia ella en forma de respeto a su cultura y a sus modales. Se presento y pregunto sobre el té di un asentimiendo de cabeza en comun acuerdo con su propuesta y en lo que ella iba a prepararlo yo me dedique a observar.

Era un lugar pequeño, sencillo pero bastante comodo, al menos tenia mas espacio que el cuarto que tenia él en el complejo apartamental de la zona residencial. Cuando volvio se dedico a mirarla pues parecia algo asustada con él y mantenia las distancias.

- gracias por su hospitalidad no espero estar mas de una hora con usted si no le molesta, tampoco es que quiero importunarla con mi presencia. Tengo entendido que esto seria como su refugio contra cualquier cosa, en muchos aspectos mentales el hogar siempre es considerado un refugio y cuando un extraño ingresa a él deja de ser un lugar donde se pueda sentir a salvo - explico como es que ella deberia de sentirse por permitirle a él la entrada a ese lugar, lo que le habra costado y como repercutira de ahora en adelante con la relacion que mantendran - pero quiero decirle que la mantendre a salvo de todo - mantenia su distancia para no incomodarla - puede considerarme su caballero en elegante armadura si la pone feliz, solo que sin armadura y sin caballo - sonrio un poco esperando que la conversacion tomara un giro un poco mas apacible y menos serio - ¿entonces donde podemos acomodarnos para empezar?

Me sentía algo incomoda con su presencia, era él primer hombre al que permitiría ingresar a mi hogar, y no solo eso, sino que también seria a quien deba contarle todo lo sucedido aquella noche, y como me siento al respecto. Eso me incomodaba aun más.
Por otro lado, sabia que él podría ayudarme, desde aquel episodio, mi vida había cambiado en ciertos aspectos, y deseaba regresar a lo que era antes, deseaba olvidar mis miedos.

-Le agradezco que haya venido.- dije en tono suave acercándome a él y tomando asiento cerca suyo.

Sus palabras habían sido correctas.
Mi hogar era mi refugio y no deseaba que alguien más lo “invadiera”, sabía que allí dentro, encerrada podría mantenerme a salvo, pero sabía también que no podría vivir de esa manera.
Eso fue lo que me impulso a tener más confianza hacia él, sabia que era un profesional y que me ayudaría.

Mi mirada aun se mantenía gacha, pero no entendía muy bien porque, supongo que es por mis temores, pero fuera de eso, había algo mas, mirarlo a los ojos provocaba en mi cierto sonrojo.
Y aun más al oírlo decir que seria mi caballero, que me protegería.
No pude evitar ruborizarme y reír tímidamente.
Alcé mi vista y la clave en la suya, sentía que sus palabras podían hacerme cambiar de opinión sobre cualquier cosa.

-Gracias.- le sonreí tímidamente y con un notable tono rojizo en las mejillas.- Cuando lo desee podemos comenzar.- dije con un poco mas de confianza.

Generalmente, ésa es la manera en que se escribe la historia, a través de las versiones de los testigos presenciales, que no siempre corresponden a la realidad. Pues el punto de vista de Aramis sobre lo acontecido era totalmente diferente al de lo que tuvo que pasar la señorita Laroque, pues claro que no iba a saber lo que se siente pasar por un estado transcendental como lo era haber sido sometida a la fuerza, pero él necesitaba conocer todos los por menores tando de los recuerdos como de la experiencia que tuvo. Ella habla observado todo con la cabeza gacha donde estaba ahora sentada hasta que por fin pudo levantar la vista y sonreir aunque sea un poco.

No perdió detalle a pesar de que le interferían la visión analitica las sonrisas y la charla, no era comun en el dejar pasar una oportunidad para psicoanalizar al paciente y mas aun estando este en su entorno. Frente a ella, tuvo la suerte de contemplar el espectáculo de la ruborizacion de la señorita, pues no era comun que una chica se ruborizara de esa manera despues de habe pasado por lo que paso. Teniendo eso encuenta se diria que estaba confiando en él al punto de no tener que temerle.

- bien entonces, dejando las bromas aun lado solo quiero decirle una cosa antes de empezar: No soy psíquico solo pongo mucha atención, solía hacerme buena vida pretendiendo ser un psíquico cuando era mas joven -sonrio de lado por el recuerdo- Le digo esto, porque quiero que entienda que no tiene sentido ocultarme las cosas -susurro ahora en un tono mas monotono y serio, pero conservando el tono de su voz aterciopelada y suave - entonces empecemos desde el inicio; en pocas palabras conozcamonos ¿Cual es su nombre, su edad y a que se dedica? - pregunto ya sacando una pluma de su bolsillo y unas hojas para anotar todo lo interesante durante la sesion - ¿Que le gusta hacer? ¿Cual es su color favorito? ¿Que hace en sus ratos libres? Ese tipo de cosas nada fuera de lo comun.

Me senté cerca del doctor Aramis, pero manteniendo cierta distancia entre ambos.
Intentaba internamente prepararme para las preguntas que me haría. Sabia que tendría que revivir aquel momento y no quisiera derrumbarme frente a él.

Sin embargo sus preguntas me sorprendieron un poco, preguntas casuales y alejadas del tema, las cuales agradecí, ya que no me sentía con tanta confianza como para relatarle lo sucedido, no aun.

-Mi nombre es Denise Alexiane Laroque, tengo 20 años y soy perfumista, poseo una tienda en Piccadilly Circus.- respondí a sus preguntas segura.

De a poco comenzaba a tener algo de confianza, sabia que él estaba allí por mi bien, que no me haría daño.
Debía admitir que la espontaneidad de sus preguntas me había sorprendido, y eso me dio algo de gracia.

Escuche atenta sus otras preguntas y sinceramente se las respondí.

-Me gusta mucho la danza, en especial la tradicional de mi país.- sonreí algo apenada.- Mi color favorito es el violeta y en general me gusta leer, dar paseos y viajar.

Para ser sincera me sentía algo rara diciendo este tipo de cosas, era a la primera persona a la cual le contaba algunos de mis gustos e intimidades.

No era de los mejores comienzos pero era lo suficiente dado el caso que tenia frente a él, era una joven mujer, que tenia ahora seguro fobia al sexo opuesto. No podria confiar en él a menos que le demostrara que no le haria daño alguno con cualquier cosa que pensara. Tomo nota rapidamente de las respuestas para analizarlas ya con la cabeza mas fria y los mejores tiempos de espera. Notaba que cada cierto momento era algo normal que la conversasion se volviera mas fluida. Las preguntas dejarian de cesar y comenzarian a hablar como solo dos personas normales. Pero el tiempo que eso requeriria varia siempre de cada individuo.

- tomare nota para el futuro cuando tenga necesidad de buscarle algo de su agrado - sonrio complacido mientras colocaba una pierna sobra la otra y dejaba de escribir, entrelazo sus manos sobre las piernas y miro a la mujer que estaba sentado frente a él - ahora digame señorita Laroque, ¿puedo llamarte Denise? seria mas personal pero estoy seguro que asi nos llevariamos mejor - se apunto en el pecho - puedes llamarme Aramis a secas, no hace falta doctor o señor - le animo a tratarlo con mas confianza con ese metodo - veamos entonces Denise, ¿puedes contarme algo acerca de ti que nadie mas sabe? Algun recuerdo que tal vez tenga, algo que solo usted misma lo sepa - la idea era que se convierta en su confidente, o al menos lo intentara de esa manera los dos, tanto doctor como paciente crearian una atmosfera mucho mas relajada para hablar de temas delicados como lo era los eventos malos que tuvo que pasar la señorita - le dire algo si se siente mejor yo le contare algo personal tambien, de esa forma estaremonos contando secretos. Por ejemplo, una vez me tuve que vestir de mujer - penso negando con la cabeza - fue una noche alocada que quisiera olvidar pero no puedo - se lamento con mucho drama mientras ponia cara de haber pasado por tanto. Pero sonrio al final pues esperaba que si él se abriera primero a ella resultarian bien las cosas entre los dos -

Aun no me sentía completamente cómoda estando al lado de un hombre, pero debía admitir que el señor Aramis hacia la situación mas sencilla y relajada.
Sus gestos y su voz transmitían tranquilidad lo cual me daban confianza en poder hablar con él.

-Puede llamarme Denise.- sonreí mientras me concentraba en la pregunta que me había realizado.

Algún secreto, algo que solo yo conozco.
Es difícil pensar en que seria adecuado contarle, supongo que podría contarle alguna de mis aventuras de la infancia.
No poseía demasiados secretos, aunque pensándolo bien, prácticamente todo en mi vida era un secreto, nunca tuve muchos amigos.
Me preguntaba que podría confesarle, cuando oí el silbido del agua al hervir.
Había olvidado por completo el agua del té.
Me levante rápidamente, no sin antes excusarme con Aramis, y me dirigí hacia la cocina.

Delicadamente prepare el té, tal y como había aprendido de mi madre.
Mientras no dejaba de pensar en que secreto debería confesarle.

Coloque suavemente las tazas en una bandeja y la lleve hacia donde se encontraba el doctor.

-Espero que le agrade, son hierbas de mi tierra natal.

Luego de un momento de silencio pensando en que debía contarle opte por algunos recuerdos de cuando era pequeña.

-No poseo muchos secretos.- comente.- pero podría contarle algún recuerdo de mi infancia…-hice una pausa.- usted conto que una vez tuvo que vestirse de mujer, de pequeña, donde yo vivía no había muchas niñas con las que jugar, y los niños no querían jugar conmigo por ser mujer. Entonces cuando mi madre debía ir a trabajar y yo quedaba sola en casa, me vestía de niño para salir a jugar con ellos. – Me sonreí al recordar aquellos momentos de mi niñez.- Un día mi madre me descubrió y se enojo conmigo, a partir de ese momento, comenzó a enseñarme danza, poesía, la tradicional ceremonia del té y a realizar arreglos florales, con el fin de despertar mi lado femenino.

Sentí algo de nostalgia al recordar aquellos momentos de mi vida en Japón y mis aventuras infantiles.

La dama se habia retirado antes de contestar sus preguntas para buscar el té antes dejado en el fuego espero paciente escribiendo algo rapido en su anotador para despues dejar de escribir cuando ella habia regresado con las tazas de té. Esperando probar un poco estiro la mano para tomar su taza y oler primero el aroma antes que probar el sabor. Una costumbre suya el saborear con la mayoria de los sentidos cualquier cosa que sea experimentable. Miro de nuevo a la señorita escuchando su contestacion, dejando reposar la taza de té debajo de él para que el vapor llegara a su nariz. Cuando decidio probar un poco la mujer habia dejando en claro que un recuerdo suyo era mejor que abrirse con secretos, porque sabia que todas las personas la tenian. Incluso él.

- entonces Denise, su vida a sido una constante batalla entre disfrutar de su niñez y aceptar su herencia - comento con la voz mas calmada ahora despues de oir que habia querido jugar con los niños y se tuvo que vestir de uno en el pasado para poder hacerlo- ¿digame sobre esa experiencia que es la cosa que mas le gusto el poder disfrutar jugar libremente o el tener amigos? - los rasgos caracteristicos de las personas siempre estaban siendo evaluadas por simples gustos o preferencia, aunque era dificil hacer una linea divisoria entre los dos para alguien experimentado y acostumbrado a escuchar ese tipo de historias era mas sencillo -

-Siempre acepte mi herencia, y siempre adore todo lo que ella representa y todo lo que he podido aprender, pero siendo una niña de menos de 10 años, solo quería divertirme.

Realmente estaba muy agradecida de haber aprendido todo lo que sé, en especial en estos tiempos que me encuentro alejada de mi hogar y puedo mantener viva mi cultura.

Tome la taza y di unos cuantos sorbos al té pensando en la pregunta que me había hecho.

-Bueno es una pregunta difícil, la verdad es que no tuve muchos amigos, si lo pienso ahora diría que me gusto haber podido compartir algunos juegos con aquellos chicos, pero en aquel entonces, disfrute mas el hecho de sentirme libre y poder divertirme.

No puedo evitar pensar en mi vida en los distintos lugares en los que viví, en cada uno tuve experiencias diferentes, y todas me han enseñado algo especial, una enseñanza distinta de las cuales he aprovechado y me siento feliz de ello.

Evaluandola asi podia saber con certeza desde que punto se podria comenzar un camino de pruebas, no habia mucho con lo que trabajar casi la mayoria era toda simple teoria y un poco de suerte. La psicologia por mas que sea una ciencia no es todavia del todo aceptada entre las instituciones médicas, Freud podria decir lo contrario si oyera hablar a algunos colegas con los que habia tenido la esperanza de que comprendieran cuando finalmente se dio cuenta que solo estaban confinados en su pequeño mundo donde creen que todo es seguro y nunca se equivocaran.

- entonces nos enfocaremos en ello intentaremos caminar de atras para adelante de nuevo, divertirse y ser libre. Las relaciones por demas tienen que comenzar de alguna manera entonces para que pueda superar su miedo a los hombres que tal si empezamos primero con las relaciones con los mas jovenes? - pregunto Aramis con un toque de diversion en la voz y probando un poco mas del té que le habian servido - asi iremos ascendiendo hasta que pueda ser capaz de nuevo de mirar a un hombre sin sentir miedo. La primera etapa de experimentacion seria el que intentara por lo menos tratar con los mas pequeños, niños, niñas, no importa solo que lo haga como si solo buscara conversar y ser amigos de ellos ¿le parece bien mi plan? - pregunto dejando la taza sobre la bandeja y se volvio a sentar correctamente - durante lo que pase la semana intentara buscar relacionarse con los niños y despues en nuestra proxima consulta me contara sobre que tipo de experiencias y sensaciones, iremos a pequeños pasos pero al menos tendremos seguridad de no cometer una imprudencia y hacer que su miedo se incremente - termino por decir con la voz mas calmada posible -

Escuche atentamente sus sugerencias para mi tratamiento.
Poder relacionarme con niños seria un gran paso, además de que disfrutaba mucho con ellos, esa energía, esa despreocupación, ese sentido de aventura, me hacían desear regresar a esas épocas de mi vida, y en parte me hacían pensar en que aun no había madurado lo suficiente y que aun mantenía esa niñez en mi interior.

-Me parece bien su plan, me siento cómoda a la hora de tratar con niños.- sonreí

Aunque estaba algo preocupada, aun temía salir de mi casa y debía ir a un parque para poder socializar con niños.
Lance un largo suspiro y di unos sorbos al té que había preparado.
Todo lo que había sucedido estos días me había olvidado lo que me había traído a Londres y las cosas que me preocupaban.
Sin embargo, todo ira bien.

- entonces no se diga mas a partir de ahora comenzara a relacionarse con los niños y poco a poco dependiendo de como avance iremos ascendiendo para lograr una recuperacion completa - comento con el tono de voz de un sabio y la seguridad de alguien que esta cien por ciento seguro que lograra hacer lo que se proponga, en algo le servia ser noble al parecer. Tomaba las cosas como ya dadas por hecho y eso fomentaba una seguridad tambien en sus pacientes, alentandoles a que habra tiempo suficiente para que se recuperen y logren salir de los problemas a los cuales no les permitiria vivir como una persona normal - entonces agradesco por el té - levanto la taza refiriendose mientras bebía otro sorbo mas y la dejaba sobre la charola en la cual habia traido las tazas - y tambien agradezco su hospitalidad, siendo sincero habia temido que tuviera tanto temor sobre mi debido a mi genero que no iba a poder hablarme o cruzar mas de dos palabras, incluso estaba preparado para tratarla meramente a larga distancia y a base de cartas, cuando mis pacientes viajan mucho, tienen fobias extrañas como a ver a otras personas o salir a fuera, incluso si son demasiado peligrosos para mi o para ellos mismos, utilizo las cartas para conocerlos y saber mas de ello, a fondo los trato con la familiaridad de que estan frente a mi pero sin duda hablar frente a frente obtiene mejores resultados, "ninguna persona es una isla, somos seres sociables" dice una famosa frase; estoy seguro que alguna vez la habra escuchado, por eso me baso y me mezclo con mis pacientes hasta el punto de querer sentir lo que sienten y temer lo que temen. Es algo idealista pero ha funcionado hasta ahora - termino por decir con una voz mas ronca, se aclaro la garganta y desvio su atencion a la puerta - ¿tiene muchos seguros para su cerradura? - pregunto sobre la seguridad que ella se daba en ese lugar, pero lo habia dejado pasar sin muchas trabas asi que estaba suponiendo que se sentia lo suficientemente segura como para no tener que taponar su puerta para evitar que cualquiera entre -

-Su mirada me ha inspirado confianza, siento que no me hará daño, y deseo salir de estas cadenas de temor que me quitan el sueño. –Realice una pausa, y regrese mi vista a él.- ¿Sabe? Los samuráis eran guerreros muy prestigiosos y aquellos que daban su vida por proteger a su emperador eran considerados los mas valientes y admirados, sin embargo ellos también tenían una vida aparte, alejada de las armas y el campo de batalla, ellos poseían aquella vida de esposos, de padres y cuando partían a la guerra sus esposas se convertían en las dueñas y protectoras del hogar, y en ocasiones el enemigo buscaba venganza y ellas eran el blanco perfecto al igual que sus hijos. Por lo tanto las mujeres se entrenaban en el arte de la lucha con armas.

No podía evitar pensar en aquellas historias que mi madre me relataba, aquellas historias de Tomoe Gozen y demás mujeres samuráis.

-Aquel día del ataque me sentí realmente indefensa, y en este momento me siento culpable, culpable de no haber hecho algo más. Solía salir a la calle con mis abanicos Tessen, son abanicos cuya punta es elaborada con una delgada hoja capaz de producir severas heridas. Pero, sentí que aquí me encontraría más tranquila, sin peligros. Me sentí humillada por el hecho de sentirme indefensa. Aun me siento así, culpable de lo que sucedió.

Siento como poco a poco puedo hablar con más soltura, no solo con él, siento que quizás, poco a poco podré relacionarme con las personas sin problema.

-En fin, imagino que las cosas cambiaran a partir de hoy, estoy decidida, quizás no pueda vencer a aquel sujeto, pero sé que podre vencer el miedo.


Mi postura había cambiado, y aunque aun una parte se mí sentía miedo, sabía que pronto podre vencerlo.

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Off rol: Mil disculpas por la tardanza u.u! Realmente fue mucho el tiempo que estuve ausente, verá, me he mudado y aun no me conectan internet en casa, solo puedo conectarme en casa de mi abuela y no muy seguido, sin embargo intentare hacer todo lo posible por venir mas seguido! lo prometo. Y nuevamente, disculpe mi ausencia.