Un roble solitario {Libre}

Hacía poco más de media hora que había salido de la última de las entrevistas que había apalabrado ese día. La antigua casa en la que había trabajado habían decidido que su hija, Hailey, era ya lo suficientemente mayor como para asistir a una escuela para jovencitas y, por tanto, ya no necesitaban que me ocupara de su educación. Eso, si tengo que ser sincera, me había agradado, significaba que había sido admitida y estaba segura que a la tímida Hailey le vendría de maravilla poder congeniar con otros jóvenes… pero me había dejado de pronto, sin previo aviso, sin ningún tipo de trabajo.

Daba gracias a Dios de que mi primo me pagara la pensión, como heredera de la Naviera Joyce´s, de manera puntual cada mes porque aunque tenía algo ahorrado, no podría estar demasiado tiempo sin ningún tipo de trabajo. Había terminado en Hyde Park, sabía que no era la mejor de las horas puesto que ya estaba anocheciendo, pero tengo una pequeña debilidad por aquel lugar, sobre todo por un roble solitario en uno de los rincones menos conocidos del parque donde hay un banco para poder sentarse.

Desde que tengo uso de razón, voy a aquel lugar para poder pensar y para dibujar. En esa ocasión estaba haciendo eso último precisamente. Con una pequeña libreta negra de puntas redondeadas y un carboncillo, me dedicaba a dar forma y sombras al árbol que me había llevado a ese lugar. Poco a poco y con lentitud, iba resultando reconocible y un gesto de concentración se encontraba instalado en mi rostro mientras lo hacía.

El cabello rojizo se había escapado de mi recogido alto, provocando que mechones rojizos y ondulados escaparan para acariciarme el rostro, y el abrigo oscuro me daba el calor suficiente como para no terminar congelada en esas horas en las que las temperaturas bajaban en Londres.

*La noche estaba cayendo en la ciudad londinense. El cielo anaranjado le daba un aspecto hermoso y con cierto toque parisino, tranquilo. Pero nada más el brillante astro se ocultase, la ciudad se sumiría en la más profunda penumbra, de sus callejones saldrían maleantes y asesinos, pobres buscando algo de dinero que robar. Cualquiera evitaría esas horas en la gran ciudad, los aristócratas se escondían en sus mansiones reguardándoses del frio clima inglés, los burgueses harían lo mismo en sus palacios imitando a sus más odiados enemigos y los trabajadores huirían a sus pequeñas casas con sus familias. Las calles se quedaban desiertas, los parques se quedaban solitarios sin la risa de los niños.

Tan solo se escuchaban mis pasos en el camino de piedra entre Hyde. Acababa de salir de casa, bien abrigado. El brazo de mi bufanda volaba tras de mi, mi gorro favorito, un bombín, abrigaba mi pelo largo y un tres cuartos de tela hacía lo propio con mi cuerpo delgado.

No paseaba, no habia salido de casa por gusto, nunca solía salir si no era por una razón evidente. Por lo que mis pasos eran rápidos y grandes. Con prisa hacia el lugar donde me dirigía, podría haber cogido un carro, pero después de una semana en casa me apetecía hacer algo de deporte. Quizás la noche terminase en The Cave. Pero pese a ir tan rapido, mis ojos lo miraba todo con atención y no se me pasaron desapercibidos unos mechones rojizos sobresaliendo de un gran roble. Me paré y miré el reloj de pulsera que llevaba, era tarde para que una mujer andase por estos sitios, así que caminé hacia ella dispuesto a avisarla.

Pude deducir por el rasguñar de una hoja, que estaba pintando, debía haberse quedado allí perdida en sus escritos o dibujos y no se había percatado de la hora. Una vez estuve cerca suyo carraspeé mi garganta para hacerme notar, parando mis pasos*

-Disculpe, Señorita...

Poco a poco, trazo a trazo, el solitario roble que tantos días me ha acompañado iba formando vida en el papel blanco de la libreta. Podrían pensar, quien me conociera, que tenía algo de obsesivo que fuera allí una y otra vez, pero las luces cambiaban según la hora y la estación, dando nuevos matices que nunca me cansaré de plasmar en papel. Me detuve un instante, mordisqueando el final del lápiz carboncillo que estaba utilizando para darle sombras, dejando que mi mirada fuera del árbol al papel y viceversa.

Instantes más tarde volví a zambullirme en lo que estaba haciendo, ajena al paso de los minutos, de las horas, ajena al frío que azotaba mis mejillas volviéndolas rojizas mientras mis manos se congelaban por el frío de la tarde en Londres. El frío y la humedad. Me gustaba estar allí, ajena a todo lo que me rodeaba. Poco a poco, la sombra que se había formado después de la entrevista iba desapareciendo.

El carraspeo y las palabras me llegaron como en una nebulosa hasta que me di cuenta de que se referían a mí, parpadeé unos segundos confusa mientras salía del “trance” en el que me metía siempre que garabateaba en mis notas y me fijé en el hombre que estaba parado un poco más allá. Fue entonces cuando me di cuenta de que las sombras eran más profundas y me pregunté qué hora sería.

—Oh, ¿qué hora es? —automáticamente me quedé en silencio y en mi cara seguramente se reflejaría la consternación por mi propia estupidez. No terminaba de distinguir al hombre y podría ser cualquiera. ¿Qué podría decir a continuación? —Emm ¿sí?

“Muy inteligente por tu parte, Neva” pensé al decir aquello y quedarme mirando al hombre.

*Como me habia supuesto, la joven estaba tan metida en su propio mundo, que no se dio cuenta de que los minutos pasaban a pesar de que ella no les echase cuenta. Tardó en responderme y cuando su mirada se posó en la mia, se la veía sorprendida y bastante confusa. La luz de las farolas recien encendidas iluminaba su joven rostro y probablemente ocultaba el mio. La reconocí al instante, siempre habia sido muy bueno recordando rostros y asociandolos a un nombre y al lugar donde nos habiamos conocidos.

Era amiga de Mary, la habia conocido una vez que la habia sustituido en su trabajo y yo habia ido a buscar a la esposa de Watson para entregarle una carta que habia recibido para él en casa. Habiamos hablado poco o más bien nada ya que yo no era de hablar y ella parecía timida*

-Son las 7, Srta Joyce *dije con rostro serio y mirandola con ambas manos vestidas en el bolsillo, sabía la hora porque la habia mirado hacía escasos minutos* Solo venía a avisarla sobre ello, digamos que...no son horas

¡Las siete de la tarde! Era tardísimo, más para estar en un lugar como aquel. Por un momento parpadeé de nuevo confusa, moviéndome con tal rapidez que el carbonillo se cayó al suelo rodando unos centímetro y al llevar la mano hacia la cara terminó manchada con manchas oscuras del mismo aunque yo no lo supiera. Me agaché sin mucha ceremonia para recoger lo que se me había caído y le miré. ¿Joyce? ¿Cómo sabía mi nombre? Entrecerré ligeramente los ojos intentando reconocer algo, pero el rostro estaba en penumbras debido al sombrero que llevaba.

—¿Tan tarde? —no pude evitar decir con nerviosismo mirando a mi alrededor como si esperara que en cualquier momento se fueran a abalanzar sobre nosotros unos maleantes. —Se lo agradezco, se me habían pasado las horas sin darme cuenta. —balbuceé con cierta timidez, y finalmente caí en lo típico. —Disculpe ¿nos conocemos?

No parecía amenazante aunque yo tampoco es que sea muy entendida en esas cosas. Cerré con cuidado el cuadernillo de tapas negras con la goma que llevaba y después abrí el bolso para poder meterlo, junto con el lápiz, en su interior. En ese momento, me di cuenta del frío que hacía: tenía las manos congeladas.

*La miraba con tranquilidad como si verdaderamente no estuviera prestandole atención a lo que hacía, prácticamente ya no lo hacía, en mi primer vistazo habia visto lo que pintaba, sus manos manchadas y sus labios de haber masticado con anterioridad el carboncillo. Cuando se le cayó fui a cogerlo de forma caballerosa pero ella se me adelantó por lo que mi movimiento quedó en un vago intento, volviendome a erguir en toda mi altura. Su rostro me miró sin poder ocultar su sorpresa y pude ver el destrozo que habia hecho en éste al haberse tocado con sus manos manchadas. Mi ceja se alzó y mis labios se movieron ocultando una leve sonrisa, divertido por el espectaculo*

- Una mujer soltera no debería distraerse, cualquiera podría haber aparecido *dije quitandome el sombrero y dejando que la luz de la farola iluminase mi rostro y ella pudiera lo ver por primera vez* Sí que nos conocemos, o por lo menos en mi caso yo la recuerdo *me incliné levemente en una agradable reverencia* Mi nombre es Sherlock Holmes

*Volví a ponerme el sombrero para evitar que el frio me calase en la cabeza y coger un resfriado, por lo que mi rostro quedó nuevamente en la penumbra*

*Tardó en reconocerme, probablemente no lo hubiera hecho si no me hubiese presentado cortesmente. Asenti con un gesto simple de cabeza cuando expresó su agradecimiento y no pude evitar darme cuenta que se tapaba las manos para evitar que se las viese manchadas de carboncillo. Pero ella no me conocía, no era consciente de que ya sabia todos los detalles, llamativos o no, de su persona con tal solo mirarla una sola vez*

-Un placer tambien encontrarla, resulta usted una distracción agradable de mis planes *murmuré como respuesta, era directo, si* Si tapa sus manos para evitar que vea sus manchas debería hacer lo mismo con su rostro *dije dando un paso hacia atrás al acercarse ella. No quería burlarme de ella aunque probablemente mi frase habia sonado como tal, pero nunca habia sabido comportarme con las mujeres. Watson siempre me lo decía y eso me había costado que su mujer y yo nos llevasemos mal. Solo una mujer lo suficientemente descarada habia podido soportarme e incluso enfrentarme. Pero no debía pensar en ella, claro que no, yo mismo me lo había prohibido*

Flexioné un par de veces los dedos, esperando que el suave interior cubierto de piel de los guantes hiciera que mis manos recuperaran su sensibilidad. ¿Por qué no me había dado cuenta antes del frío que hacía? Solo esperaba no enfermar por mi estupidez. Le miré sorprendida por sus palabras, durante un instante, frunciendo los labios en un gesto cuando él se echó hacia atrás y me contuve para no volver a avanzar. Siempre se me olvidaba que había personas que necesitaban más espacio que otras.

Y después llegó su siguiente frase y estoy segura de que mis mejillas se encendieron. Con gesto compungido llevé una de mis manos hasta la mejilla derecha frotando con cierto disimulo aunque resultaba absurdo considerando que él había sido el que me había indicado mi desliz.

—Oh, yo…— ¿qué decirle? Mordí brevemente el interior de mi mejilla y una sonrisa tímida apareció en mis labios. — Supongo que resulta absurdo intentar limpiarme con disimulo ¿verdad? — cuando me ponía nerviosa, muchas veces hablaba de más. Sin tanto disimulo busqué limpiarme la mejilla que suponía sucia mientras le miraba. — ¿A dónde iba tan tarde?... oh, vaya, lo lamento, a veces resulto demasiado curiosa.

Ahí estaba, metiéndome donde no me llamaban. ¿Por qué había tenido que preguntarle eso? Definitivamente, aunque intentara comportarme como toda una dama, siempre daba algún resbalón que me catapultaba al fondo de la descortesía.

*Mis cejas se alzaron cuando ella hizo el absurdo intento de limpiarse la mejilla con suavidad, cuando ambos sabiamos de sobra que el carboncillo al ser de un material algo aceitoso, no se iba a ir con el mero hecho de frotar suavemente. Luego se corrigió y escusandose trató de hacerlo con más fuerza, pero en vano ya que no se daba en el lugar adecuado. Saqué mi mano de uno de los bolsillo de mi chaqueta y tomé la suya, poniendola en el lugar adecuando donde debía frotar, para luego soltarla y volverla a meter en mi prenda. Un caballero soltero no debía tocar a una mujer soltera, eran las reglas y ella debía conocerlas mejor que yo*

-Dese ahí, Srta Joyce *dije mientras la escuchaba preguntarme hacia donde iba, lo que me hizo suponer que desconocía mi trabajo. Mary no es que fuera pregonando que su marido estaba enganchado a un detective que basaba su vida en el riesgo y en la cocaina. No, ella era demasiado refinada y protectora con Watson, y como todos los habitantes de esta ciudad adoraba aparentar que su vida era tan perfecta como no lo era* Soy detective, digamos que iba buscando algo que me aclarase algunas pistas sin sentidos en un caso que llevo entremanos *le expliqué, sin dar detalles ya que era demasiado desconfiado como para hablar de más.

Asentí con suavidad, con las mejillas ruborizadas por la vergüenza. Era única para ese tipo de situaciones. Froté hasta que pensé que ya se habría limpiado lo suficiente la mejilla como para no parecer cualquier cosa. Miré por un instante el guante, notando restos oscuros y después alcé la mirada hacia el señor Holmes. Detective, claro, por qué no había relacionado el nombre, de vez en cuando aparecía en los periódicos.

—¡Detective! Debe tener un trabajo apasionante. —dije, sin poder evitar mi entusiasmo, siempre me habían gustado las historias de misterio, aunque me temía que no sería demasiado buena en esas lides. —Lamento entonces haberle retrasado en su trabajo, estoy segura de que está haciendo algo importante. —incliné brevemente la cabeza, manteniendo la posición, mirando por un momento a mi alrededor. —Espero que vaya con cuidado, me temo que esta tarde no soy la única en peligro ¿no es cierto? Oh, tengo la mente un poco llena de historias y de aventuras debido a los libros, pero me resulta de lo más emocionante su trabajo.

Hablaba demasiado, lo sabía, pero me daba lo mismo. Quizá lo mejor sería retirarme en ese instante, era una idea que debería haber puesto en práctica, pero pocas veces se tenía la oportunidad de hablar con un detective.

*Ella habló con nerviosismo y me senti algo abrumado con ser el receptor de tanto entusiasmo. No estaba acostumbrado a que la gente se alegrase de mi trabajo y menos las mujeres, las cuales solían pensar que era demasiado peligro para tan poco dinero. Tampoco habia conocido a tantas mujeres fuera del ámbito de mi trabajo por lo que no era objetivo pensar asi. Mary e Irene eran las dos mujeres fuera de ese ámbito y ambas no opinaban muy bien de mi trabajo. Una porque ponía en peligro a su marido y otra porque la ponía en peligro a ella*

-Bueno, ahora mismo tan solo habia salido para ver si pasaba algo *murmuré, era algo que yo solo podía comprender. No tenía ningun objetivo, pero habia salido con direccion a Whitechapel para tratar de descubrir un par de cosas que me corroían por dentro. No tenía ningun caso entremanos y eso me tenía inquieto por lo que era normal que buscase algo de distracción fuera de la cocaína* No se preocupe, pero más bien debería ponerse usted a salvo antes de que anochezca *dije mirando de un lado a otro. La noche estaba a punto de caer. No era coherente estar en medio de un parque charlando como si nada. Ambos debíamos irnos antes de ser una presa facil de cazar. Y para variar no llevaba el revolver encima* Tiene a alguien que la lleve?

Jamás hubiera imaginado encontrarme con un detective en mitad de la nada, bueno, de un parque. En mi imaginación eran personajes misteriosos y completamente idealizados, que hacían su trabajo hasta atrapar a los malhechores. Sabía que leía demasiado, que a veces me metía tanto en las historias que iba de un lado para otro pensando en esas historias, buscando variantes o protagonizando yo misma esas historias, por eso mismo llevaba una libretita. Y por eso me gustaba cuidar de niños, porque podía contarles muchas de las historias que me inventaba y ver sus caritas de ilusión. Era un trabajo gratificante.

—Ohh, no, no tengo a nadie, no pensaba estar hasta tan tarde. —reconocí, volviendo a mirar a mi alrededor, era mejor que comenzáramos a movernos. Miré al hombre, sonriendo con cierta timidez. —Pero no se preocupe, siga con su camino, me imagino que podré llegar sin problemas hasta la calle y aún hay personas caminando por ellas, no creo que pase nadie.

¿Quién iba a quererme hacer algo? Mi ropa no era tan buena como para considerar que me trataba de un miembro de la aristocracia o de la alta burguesía, ni era tan bella como para que quisieran algo más conmigo. Me sentía segura por esas dos razones, quizá inocentemente segura, pero así era yo. Demasiado confiada.

*Alcé una ceja y negué con la cabeza. Mi sentido de la responsabilidad me impedia que ella se fuese sola por las oscurad calles de la ciudad. Londres no era un lugar seguro a estas horas ni lo sería cuando ella llegase a casa. Por mucho que ella no le tuviese aprecio a su feminidad, era hermosa y resultaría una presa facil para cualquier malhechor que quisiese pasar un dia divertido. Me sentiría completamente culpable si algo le pasase sabiendo que estaba sola. Oh, Watson estaría orgulloso de mi, realmente*

-Venga, la acompañaré * dije haciendole un gesto con la cabeza. Un caballero le habría extendido el brazo para que ella se agrarrase, no era un caballero. El contacto ajeno lo evitaba a menudo. Algo que solía sorprender, sobretodo a las mujeres* Mi trabajo puede esperar una hora más *dije esbozando una leve sonrisa, rápida, ya que mi rostro se volvió serio enseguida*

—Oh, muchas gracias señor Holmes. —contesté, con un tono ligeramente tímido por el ofrecimiento.

Siendo amigo de Mary no tenía nada que temer que me acompañara y aunque no tuviera miedo, sabía que era mucho mejor que alguien fuera conmigo sobre todo para cruzar el parque. Esperé a que se pusiera en movimiento para comenzar a caminar en dirección a la salida más cercana y que fuera más fácil para llegar después al barrio residencial donde se localizaba mi apartamento. Durante uno o dos minutos los pasé en silencio, repentinamente tímida y sin saber bien qué conversación sacar.

—Espero que encuentre lo que busque, debe ser un trabajo muy peligroso, sobre todo ahora con el aumento de la violencia y la delincuencia. —dije, por fin, frunciendo el ceño al ver que quizá no fuera el tema que más le gustaría tratar. —Yo no sé mucho de eso, pero he leído libros e historias por fascículos, debo confesar que es algo con lo que me entretengo bastante a menudo.

“Adiós a la apariencia de alguien que se entretenía leyendo a los clásicos”, pensé cuando caí en la cuenta de lo que había dicho.