Hyde Park {¿Roleas? - LIBRE}

Recuerdo del primer mensaje :

Acababa de mudarme a Baker Street, la mítica calle del mítico detective Sherlock Holmes. Y además, justo a su lado! Era increíble.

Acababa de conseguir trabajo en el Hospital Mason como enfermera, así podría dar uso a mis habilidades para cuidar enfermos, aunque ya tenía práctica por cuidar a mi recién fallecido padre, pero al menos esta vez me pagarían por ello y así me podría mantener por mi misma. Lo único que me faltaba era disfrutar de mi recién adquirido tiempo libre, para ir a conocer Londres, ya que nunca había tenido tiempo para mi hasta ahora. ¿Mi primera parada? Hyde Park. Me sentaría en algún banco a leer, ya que tenía mucha lectura atrasada... además que adoro los parques, la gente continuando con sus despreocupadas vidas... era fantástico.

-No es lo que a mi me importa querido Michael, voy a seguir con el caso y no es menester que me ayudes, tengo pruebas y testimonios de sobra, tal u como supuse sigues chapado a la antigua, además tu no sabes el tiempo que llevo yo con el caso. Desde que Irene lo dejo parece cederlo a su prima...-dije seria, que se creía para obligarme a dejar un caso.

Bella me estaba sacando de quicio, y eso era complicado para alguien como yo, que siempre me mantenía tranquilo y frío, pasara lo que pasase. Saqué uno de mis cigarrilos del bolsillo, lo encendí y empecé a fumar. Hace algunos años, en un momento como aquellos, habría acudido al fumadero de opio más cercano, pero me había prometido a mí mismo que dejaría el vicio y, de momento, lo había cumplido.
- Le he tendido una trampa a María Adler. Sé que, tarde o temprano, vendrá a buscarme para devolverme lo que me robó e intentar llegar a un acuerdo. Entonces, tendré la prueba que necesito para inculparla. Lo más difícil ya ha pasado. Ahora sólo me queda esperar, y no voy a dejar que nadie me lo eche todo a perder, bonita, así que, pase lo que pase, no quiero que la detengas, ¿lo has entendido?

Me acerqué a él.
-Tú no eres quien para tratarme así, y aún menos para darme órdenes que te quede bien claro la arrestaré si quiero y si no no.
Así que dejame en paz.-dije molesta.

Era evidente que Michael me había calado. Los detectives tienen un sexto sentido para estas cosas, y más si intento proteger a una ladrona bastante conocida... pero me arriesgaré.

- Lo que usted diga, caballero. Yo no protejo a nadie, ella sabe defenderse muy bien por si sola... la verdad es que me da un poco de pena, eso es todo; crecer sola y tener que robar para subsistir es realmente triste, no cree? Sólo le digo una cosa: es demasiado astuta para usted. Por mucho que intente atraparla, saldrá de sus trampas como quien pasea por el parque un día de primavera. - Sonreí ligeramente. Al momento, unas fuertes campanadas empezaron a sonar. - Vaya! Miren que hora es! Son las 6 ya? Perdonad que me ausente, pero debo volver a mi casa antes de que anochezca. No me gusta pasear sola de noche, las calles son muy peligrosas... Si desean continuar la charla, podemos vernos mañana a la misma hora. - Me levanté del banco, estreché las manos de mis compañeros de conversación y salí del parque a paso lento, mucho más lento del habitual... no quería levantar sospechas. Cuando me alejé lo suficiente, eché a correr. Tenía que avisar a María de lo que había ocurrido. No dudo de su capacidad de huida, pero mejor prevenir que curar, no?

Terminé de fumarme el cigarrillo y saqué otro de mi bolsillo. Decidí que pasear relajaría un poco mis nervios. ¿Nervios? ¿Desde cuándo yo estaba nervioso? Pero Anna Adams tenía razón en algo: María Adler era más astuta de lo que parecía. Puede que la hubiese pillado desprevenida y hubiera conseguido asustarla, pero en cuanto calmara su impetuoso carácter, encontraría alguna solución a su situación. Sobre todo ahora, que la señorita Adams correría a advertirla sin ninguna duda. Debía adelantarme a los acontecimientos, mover otra ficha. Tal vez, al final, Bella podría serme útil. Decidí sentarme en un banco y la pedí que se sentara conmigo.
- No te enfades conmigo, muñeca, sabes que tengo un carácter difícil, y este caso es muy importante para mí. Hasta ahora, nunca se me había escapado nadie - dije suavemente - Acabo de volver de París y hacía mucho que no te veía. Cuéntame cómo te ha ido por aquí. Ya eres toda una mujer.

Me relajé y me senté junto a Michael, esa amabilidad tan repentina...
-Bueno es verdad que llevas mucho tiempo en París, bueno pues mi hermana y yo acabamos los estudios y decidimos dedicarnos a lo comunmente llamado detectives, desde entonces nos ha ido muy bien y vivimos en el Baker Street una zona interesante, muy cerca de la señorita Adams y al lado de mi buen amigo Holmes.-dije con una gran sonrisa.
-Pero cuéntame tú, ¿qué tal por París? es tan bonita como dicen ¿verdad?- dije sin dejar de sonreir.

Sonreí con ironía. El destino parecía perseguirme.
- ¿En Baker Street? Vaya, que coincidencia... - me había percatado de que había omitido el nombre de María Adler - París es muy bello y muy diferente de Londres. Hay mucha libertad, mucha vida nocturna y muchos espectáculos - decidí no hablarle de mis noches en bares, burdeles y fumaderos de opio, no era un tema apropiado para una joven muchacha como Bella - Tiene muchas obras de arte... y muchos artistas... - la imagen de María cantando y bailando sensualmente sobre el escenario del Moulin Rouge volvía a dibujarse en mi mente, y la aparté violentamente de mis pensamientos - Así que detective, ¿no? ¿Has atrapado a muchos criminales?

-Pues la verdad es que sí, como te he dicho actualmente llevo dos casos interesan. Uno es de asesinato, y el otro un posible robo. Uno estoy casi finalizándolo ya.
Dije mientras me abrigaba pues empezaba a hacerse tarde y ya se notaba el frío.
-Una cosa... ¿te usta Maaría cierto? y la persigues por eso y por lo que te robó que es el corazón, no por que te robase el violín Stradivarius, podrías comprarte dos como ese...-dije sonriendo.

Sonreí con ganas ante su comentario.
- Quién lo iba a decir, Bella... Hace unos años eras una niña jugando con sus muñecas. Ahora eres una detective bastante buena... ¿o debería decir una adivina? - suspiré, mirándola divertido, pendiente de su reacción - Hay un buen motivo por el cual no quiero que detengas a María Adler, y ese motivo es porque en la cárcel no están permitidas las bodas. Voy a casarme, Bella. Con María Adler.

-Para tu inforrmación ya sabia que os amabais desde que nombre tu nombre en mi charla con María, y decidí no detenerla, ¿así que por eso la perseguías? porque la amas...-le abracé sonriendo.
-Felicidades Michael-

Sonreí ante la suficiencia con la que Bella respondió.
- Digamos que había muchos factores pendientes. Ninguno de los dos estamos aún seguros de querer casarnos, ambos hemos sido siempre espíritus libres... Pero es la única forma para no volver a perderla, y a ella le vendrá bien tener a alguien como yo a su lado, un protector con el que sabe que nunca le pasará nada malo y que nunca le faltará de nada. Todos salimos ganando, yo podré vigilarla y ella no necesitará robar nada nunca más - dije en tono práctico, aunque luego murmuré - Claro que ese no es el único motivo. Creo que la amo desde el día en que la conocí, y sólo espero que, bajo toda ese orgullo y carácter, ella me ame igual a mí.

*Comencé a andar con aire retador por la avenida del parque de Hyde Park. Mis lentes de sol me dejaban observar el lugar sin ser deslumbrada por el sol. Pude observar como mi hermana Bella hablaba animadamente con Michael. Le recordaba de nuestra infancia. Sonreí con algo de malicia y fui hacia ellos.*
-Bon día.
*Comenté alegremente.*
-Querido Michael, es bueno verte de vuelta al convencional Londres, como verás... mi hermana y yo seguimos desafiando las reglas del decoro de la sociedad actual, nada puede con nosotras ¿No es cierto, Bella?
*Dije alzando las cejas mientras me quitaba mis lentes de sol*

-Aaaaiiss Michael que hasta tienes un corazoncito, espero que me invites a la boda si no la pondré en la carcel, jaja no me mires así hombre era solo una pequeña broma jaja.-Dije sonriendo.
Después vi como se acercaba a nosotros una bella dama, de porte elegante y altanero, y rasgos desafiantes.
-UUaao mi reflejo... a no mi hermana gemela Emma... jaja, ¿te acuerdas de Michael? se nos casa y nada menos que con nuestra queridísima ladrona, la cual he tenido que perdonar, María Adler.-dije con una amplia sonrisa.

*Abrí los ojos de forma exagerada.*
-¿Ya te fuiste al fumadero sin mi, pendeja? Ah no, espera... que estás diciéndolo en serio. Bueno, querido Michael... he de decir que no me esperaba que sentaras la cabeza tan pronto. Bueno, si quieres a nuestra querida ladrona... solo me queda desearte que seas muy feliz en la vida convencional que estás a punto de abrazar. Todos nos merecemos ser felices, así que... mucha suerte para esta aventura.
*Dije con sinceridad. Michael me caía muy bien.*
-No me mires así... yo estoy libre todavía. Todavía nadie se ha cruzado en mi camino que me haga plantearme el renunciar a mi hermana y a mi amada independencia. Y dudo que lo haga, es más... no quiero que lo haga.

Saludé a Emma Blackwood y sonreí a ambas hermanas ante sus felicitaciones.
- Bueno, yo también estoy bastante... sorprendido, pero es una decisión que llevaba madurando en mi cabeza desde hace un año. Yo también me resistía a perder mi libertad, pero creo que esta ciudad ya no tiene más mujeres que ofrecerme que me puedan interesar. Sin ofender, encantos - dije, volviéndome a ellas - Tengo 30 años, ya iba siendo hora de madurar. ¿Y vosotras, miladies? ¿Cómo han ido sus vidas todo este tiempo?

-Pues como te dije tenemos trabajo como detectives privados, a ambas poco nos interesa por ahora el amor, ahora lo más importante es tener un buen caso entre manos, y libertad para hacer lo que nos venga en gana, yo no sé si mi hermana estará de acuerdo, pero no voy a atar mi vida a la de un hombre, no por ahora cuando me quedan muchas cosas interesantes que hacer.-dije con una sonrisa.

Qué muchachas. Desde luego, sabían lo que era la buena vida, a pesar de ser tan jóvenes. Sonreí con nostalgia ante esos tiempos de libertad absoluta (o más bien libertinaje) que quedaban en el pasado, pero esta vez pensé que ahora me aguardaba algo mejor en el futuro próximo.
- No sabéis cómo os entiendo. También yo pensaba eso a vuestra edad. Qué tiempos aquellos... Iba adónde medaba la gana y hacía lo que me apetecía. Pero tarde o temprano, todo eso se acaba - dije, con una sonrisa en los labios - Así que aprovechadlo bien, mis queridas señoritas. No todas las jóvenes de clase alta tienen la suerte de poder decir eso sin que sus familias intenten mangonearlas para casarlas.

*Le sonreí divertida.*
-Me gustaría ver a Ángel intentando meternos en cintura, sería gracioso ver como nuestro "querdisimo" hermano mayor sale de una vez de sus asuntos del trabajo para intentar enderezar a estas dos descarriadas, sería una gran broma. Bueno, aqui las dos ladys independents seguirán luchando contra el mundo mientras les queden fuerzas. Y creo poder hablar por las dos al afirmar eso.
*Me quedé pensando un rato, en lo que nos depararía el futuro.*
-Bueno, no te diré que siempre vayamos a estar solteras porque nadie sabe lo que aguarda tras cada calle, puede ser la muerte, un caso maravilloso... o algo que te cambia la vida. Lo que si se, es que si alguien quisiera formalizar conmigo, debería aceptar que no soy una chica tradicional, que soy independiente, libre... y que quiero seguir trabajando y estando con mi hermana. Me niego a acabar siendo una de esas respetables amas de casa ycubiertas de niños que se pavonean por los salones de la alta sociedad, Michael.

-Ciertamente me niego tenerhijos, me caen mal, puaj son portadores de enfermedades y solo saben comer y llorar.-dije riendo.
Además me quedaba infinidad de casos por resolver junto a mi hermana Emma.
Eso no lo iba a cambiar por nada del mundo nada.

Reí ante sus afirmaciones.
- Me recordáis a María, siempre en guerra contra la sociedad y las normas... - aunque también me habían hecho pensar.
¿Y yo? ¿Quería tener hijos? Supongo que eran necesarios para perpetuar el linaje de la familia Mason, ya que yo era el único hijo, al menos que yo supiese. No me extrañaría que mi viejo padre hubiera tenido algún que otro hijo bastardo por ahí, pero yo no sabía nada, desde luego. ¿Y María? A pesar de su independencia y fuerte carácter, yo sabía que anhelaba tener la familia que no pudo permitirse de pequeña, y que le gustaban los niños. Pero bueno, no era el momento de pensar en aquello. Aún era muy pronto.
- Veo que tenéis las ideas claras, y eso está muy bien. Pero nunca digáis nunca, queridas mías. Uno nunca sabe lo que le depara el futuro.

-Ciertamente ni vos amable caballero sepa cual os deparará a vos el libro del destino tan cruel y despiadado como altivo y sereno, pero yo, mi vida, mis ideales, juro por todo aquello que más anhelo, que jamás me entregaré a nadie puesto que yo simplemente he nacido para ser la creadora de mi destino, entregando mi vida a la hermosa tarea de sacar a luz la verdad e impartir la justicia entre aquellos que osan romper la serenidad proclamada en estas nuestras tierras sir Mason.-dije haciendo varias reverencias y sonriendo de lado.

Alcé las manos y me puse a aplaudir con ironía. A veces mi elegante sarcasmo molestaba a la gente, pero Bella ya me conocía.
- Un discurso conmovedor. Poético, diría yo. Peor difícil de llevar a la práctica. Incluso personas como tú y yo, que lo tenemos todo y que no necesitaríamos casarnos ni someternos a nadie, al final sucumbimos a la necesidad de no estar solos, como todos los mortales. Creí que yo era el que se sentía más superior a los demás y no tú, Bella. Parece que durante estos años he sido una mala influencia para ti - sonreí de forma seductora - No dudo de tu independencia y de tu fuerte carácter, pero aún eres joven. Cuando llegues a mi edad comprenderás mucho mejor las cosas, así que no jures en vano, Bella. Tarde o temprano, todos nos entregamos a alguien, al igual que alguien se entrega a nosotros.

-Tú siempre fuiste una mala influencia amigo. Y no sé qué pasará en unos años eso es cierto, pero yo por estos momentos estoy bien como estoy...-dije sonriendo y riendo por sus palabras.
Pero la verdad es que tenía razón...
Pero yo no quiero entender esos sentimientos, al menos no por ahora.
-Entonces Michael, piensas tener hijos, nietos... madre mia si que has cambiado amigo mío es increíble lo que consigue hacer el amor...wao.-dije realmente sorprendida y riendo nuevamente.

- Alto ahí. Por supuesto que quiero tener hijos, si no el gran linaje de mi familia se perdería - dije, con una sonrisa irónica, ya que en realidad el linaje de los Mason no me importaba lo más mínimo - Pero aún soy joven y quiero disfrutar del matrimonio y de mi esposa sin críos enredando cada dos por tres. Además, no soy sólo yo, María también quiere tener hijos - y era verdad, ya que ella deseaba formar la familia que nunca había podido tener y yo, por dentro, también quería lo mismo, aunque todavía no me hubiese hecho a la idea.

Posé mis manos sobre sus mejillas y se las aplasté como en el pasado solía hacernoslo a nosotros su abuela y su madre.
-Mi pequeño Mason ya es todo un hombrecito hecho y derecho si señor estoy muy contenta por ti pequeñín-dije riendo.
La verdad es que sin Mason nuestra vida habría sido algo aburrida, y me alegraba de tenerlo siempre cerca desde nuestra niñez.