después de la fiesta, conversación en familia - Angela Colonna - privado

Me habia despertado ese dia con un fuerte dolor de cabeza, un sabor en la boca amargo y aún vestida. Me tomó un tiempo darme cuenta que me encontraba en mi habitación y que habia amanecido hace ya varias horas.Me senté de golpe, mala idea, se me movió todo como si la habitación estuviera dando vueltas por si solo y apenas pude contener las ganas de vomitar pero que me habia pasado la noche anterior?, recordaba haber llegado con mi tia, conversado con una mujer conocida de ella y después dirigirme a la pista de baile aunque antes habia pasado al baño y después nada, hice un esfuerzo pero ese caracteristico dolor de cabeza que me daba cuando queria recordar algo hizo que me llevara las manos a la cabeza dando un gritito ahogado de dolor.
Estuve unos momento así hasta que mis ojos, los senti, casi se salieron de mis cuencas habia pasado lo que mas temia?, no, esperaba que no, miré al cielo rogando que no fuera así.
Me recosté en mi cama nuevamente respirando o tratando de respirar suavemente.

Sirvienta de Angela Colonna, Emma.

-Buenos días señorita.Dije, entrando cuidadosamente. Dejé una palangana con agua fresca en el tocador. Y empecé a recoger la ropa que estaba tirada por el cuarto.

-Será mejor que e vista, señorita Cahetel. Su tía está en el salón, tomando un café con el embajador italiano. Cuando termine, piensa almorzar en el salón comedor, y seguramente querrá verla ya vestida y bien despierta cuando baje a comer con ella.
Me fui del cuarto, con toda la ropa, y deje abierta la puerta.
Madame Colonna tenía un enorme enfado con la señorita Cahetel. Y no era para menos. Espremos que Madame sea misericordiosa con la señorita y no le grite demasiado. Tiene pinta de ser una pobre niña sin rumbo, pero nada de mala chica.

Volví a abrir los ojos al escuchar a Emma entrar en mi cuarto y comenzar a recoger las cosas

- buenas dias Emma - murmuré aun con el dolor de cabeza que no se me queria ir y, estaba segura, el sol no me ayudaría para nada, aún asi me desperecé estirandome a todo lo que daba mi cuerpo para sentarme aún en cama. Me tomó por sorpresa que mi tia estuviera tomando café con un embajador y menos que el mismo sea de Italia, di un ultimo bostezo sacando los pies de mi cama

- gracias Emma bajo enseguida - tomé un pequeño impulso para salir de la cama, caminé hacia la vasija dejada por la sirvienta para labarme, justo cuando terminaba entraron 2 sirvientas mas a ayudarme a vestirme, las saludé por sus nombres y comencé a vestirme, el elegido fue un conjunto sencillo color crema con adornos a juego y una media coleta en el pelo. Cuando estuve lista bajé esperando que ya se hubiera desocupado para no interrumpirla

-Esperemos que esta situación se arregle.

-Todos esperamos eso Angela. Lo cierto es que hay negociaciones pero… Todo está en al aire. Lo de Tunez afectó mucho al parlamento. Ya sabes como se pusieron cuando ocurrió. Supongo que si los franceses intervienen ahora en los Balcanes, Italia no tardará en pedir explicaciones, y todo podría volver a quebrarse.
-Nada hay más terrible que ver a dos hermanos pelear. Porque eso es lo que son Francia e Italia. Hermosos hermanos. No deberían de quebrantarse sus relaciones, si no afianzarse. Espero que todo mejore.
Dije, antes e tomar un sorbo del café italiano que había mandado servír para la ocasión.

-Le trasmitiré tus palabras y tus intenciones al primer ministro. Ya sabes que es un gran admirador.

Dijo el embajador, levantándose del silloncito de invitados.

-Dile también que muy pronto pienso viajar a Milán para la Medea. Y a Venecia con Norma. Espero poder verle entre el publico.
-Se lo diré. Muchas gracias por el café y las pastas. Espero verte en tu reunión del club italiano, cuando vuelva la próxima semana de mi viaje a Roma. Un beso.

Me tomo las dos manos y posó un ligero beso sobre ellas. Al girarse para que le acompañara a la puerta, los dos vimos a Cahetel bajando por las escaleras, ya arreglada y fresca. Seguramente había escuchado nuestras palabras, y temía interrumpir algo.

-¡Cahetel, querida!Dije, adelantándome al embajador unos pasos.
-Te presento al signore Romualdo Nucci, embassatore del reino de Italia.

-Mucho gusto señorita. Por lo que veo, la belleza es algo común en su familia madame Colonna.

Dijo, halagador.

No esperaba interrumpir en ningún momento y justo hago lo contrario, bajando las escaleras me topé con mi tia y el que debía de ser el embajar, terminé de bajar suavemente con una sonrisa en el rostro al escuchar las palabras del señor embajador, hice una leve inclinación tomando los extremos de mi vestido, solo unos segundos, a modo de saludos tal como me habian enseñado siempre

- mucho gusto señor Nucci un honor conocerlo - mi tia se veía de buen humor además que el dia estaba hermoso, claro, que ahora hubiera preferido un dia nublado, el sol no me ayudaba para nada a mi dolor de cabeza. Su halago habia sido muy bonito además de provocarme un leve y casi imperciptible todo rosado en mis mejillas, cosa que no podía evitar, siempre habia sido algo vergonzosa en cuanto a los cumplidos además que no estaba acostumbrada a ellos

El embajador se despidió amablemente, y salió. Cuando escuche cerrarse la puerta de la calle, y vi como la sirvienta se alejaba hacia la cocina, me giré y me acerqué al mueble bar del salón de invitados. Puse dos hielos en una copa y la llené de Bourbon.

-Espero que hayas dormido bien querida…Dije, con tono gélido.

-Me tuviste muy preocupada… Sobre todo hasta que apareciste a altas horas de la noche. El criado nuevo te encontró en la puerta de la calle y te abrió.

Me giré para mirarla, y tomé un sorbo de la enorme copa.

-¿Y bien?

El embajador se fue justo en ese momento, al menos no habia interrumpido mucho. Seguí a mi tia hacia el sector de invitados y me senté en uno de los hermosos sillones del lugar, su tono de voz me llamó mucho la atención, aún asi le respondí con una sonrisa

- si tia aunque amanecí con un leve dolor de cabeza - sin mencionar el extraño sabor en la boca y la rara sensación de haber hecho mas cosas de las que recordaba.
Mi cara era un notorio signo de sorpresa que yo habia aparecido a altas horas de la noche? que el nuevo criado me habia abierto? y eso me devolvía la pregunta que me habia hecho apenas desperté como habia llegado a mi cama?. Mi voz titubió un poco antes de responderle

- tia, no se que decirle, no recuerdo como llegué a mi habitación, se que ayer fue la fiesta de año nuevo y que entramos juntas, después de eso...nada - di un suspiro preocupada y triste

-Ojala la historia acabara ahí querida… Ojala…

Dije, mirando la alfombra color Burdeos del suelo, y arqueando las cejas con dignidad.
Empecé a pasearme por el saloncito, con elegancia y muy pausadamente. Lentamente me acercaba a las esculturas italianas que salpicaban el salón, y las observaba, mientras hablaba, con la copa en la mano.

-Llegaste ebria Cahetel. Intentaste besar al criado… Este te cogió en brazos y te dejó en el silloncito del salón privado, el contiguo al comedor. Te levantaste y rompiste una escultura, y después intentaste subir las escaleras. Por supuesto el estruendo me despertó. Te acostamos en su cama y te desvestimos, mientras tu no dejabas de manosear al pobre Nickolay…
Me giré entonces, para volver a mirarla a la cara.

-Lo cierto es que me extraña que esta mañana no te hayas levantado con el dolor de cabeza de tu vida. Parecía que te hubieras bebido hasta el agua de los floreros en la fiesta.

Lo más gracioso es que yo creí que te había pasado algo grave…

Bebí un largo sorbo de Bourbon durante la pausa. Moví la copa, haciendo chocar los hielos uno contra otro.

-Comprenderás que… Después de tus actos te ponga unos límites más estrictos.
¿Mmm?
Seguía con las cejas profundamente arqueadas, y el rostro repleto de extraña seriedad digna.

-También comprenderás Cahetel… Que me sienta profundamente avergonzada…

off: tia yo no llegué ebria sino que como era la "otra" no recuerda nada xD
on:

Mi cara de horror era gigante, como era posible que yo estuviera ebria y tratado de besar a un criado que ni recordaba haberlo visto ni su rostro recordaba, por dios, tenia que disculparme con él y con mi tia, por supuesto que la entendía las restricciones y todo pero no podia recordar el momento en que siquiera tomé una copa de champagne o algún otro brebaje

- tia, dios, tia lo siento mucho, tengo que disculparme con el señor Nickolay hay dios tia no recuerda nada eso, ni siquiera recuerdo haber tomado alguna copa de algún trago, soy menor de edad, yo no tomo nada - puse mi rostro entre mis manos desconsolada,no sabia que habia pasado ni porque habia hecho tal cosa, que verguenza, porque yo habia hecho eso? porque? porque? esa pregunta me daba vueltas en la cabeza. Traté de hacer memoria a ver si algún pensamiento llegaba pero por mas esfuerzo que tenia nada, no aparecia ni siquiera una imagen, recordaba haber entrado al elegante salón y dirigirme al tocador para después ver si encontraba a alguien conocido, una ves en el baño un dolor de cabeza, parecido al que tenia ahora,me habia dado y después nada, desperté en mi habitación sin saber nada mas. Ni siquiera queria mirar a mi tia, por supuesto que se sentiria avergonzada, yo me sentia de esa manera, queria devolverme a mi casa, solo eso, irme a Italia con mi familia y olvidar todo esto.

Bueno, después de todo yo también había sido joven… Claro que ahora soy tan estirada que parece que nací ya entre pieles de visón.
Miré por un segundo a Cahetel. Parecía realmente avergonzada.

-Haremos una cosa.Dije, endulzando el tono de voz.

-Te daré otra oportunidad. Nada como esto volverá a suceder. ¿Entendido?

Avancé algunos pasos, y dejé la copa sobre una de las mesitas de compañía del salón, tras sentarme junto a la joven.

-Lo único que tienes que prometerme es que si deseas hacer algo, no lo hagas. Simplemente pídemelo. Yo te dejaré, créeme. Soy más liberal de lo que parece. Por esta vez te libras de que informe a tus padres. Pero comprende que te estoy dando una única oportunidad.
Me toqué por un segundo el moño, para comprobar que estaba bien colocado.

-Y ahora dime. ¿Qué hiciste? No te vi en toda la noche. Supongo que harías algo interesante.
Dije, sonriente.

no podía creer la forma en que mi tia se tomaba las cosas, si hubiera estado en Italia mis padres de seguro me hubieran regañado enormemente, dejado castigada un tiempo y llevandome al doctor inmediatamente, mi tia, por el contrario, me estaba dando otra oportunidad diciendo que si queria hacer algo le dijese y listo, ella me dejaría, pero que le informara primero. Su sonrisa me tranquilizó cuando me preguntó que habia hecho pero yo no podía responderle.

- gracias tia por no decirle a mis padres - de verdad que estaba agradecida y mi tono de alivio dió a entender aquello, de seguro que si le informaban me mandarían de vuelta a Italia sin decir absolutamente nada

- pero ese es el problema tia no recuerdo que hice, entré al tocador cuando me despedí de usted y recuerdo un dolor de cabeza de ahí todo está en blanco, nada aparece hasta que desperté en mi habitación - la miré esperando de verdad que me creyera no es que no quisiera contarle, por mi le contaria, pero no recordaba nada de nada

Dejé la copa de potente licor sobre una repisa, en la cual reposaban dos enormes bustos de mármol.

-Querida, ¿Sabes quienes son estos señores?
Dije, quitando el polvo con el dedo de uno de los bustos.

-Son tus bisabuelos… Tus bisabuelos paternos por supuesto. Ellos compraros esta mansión hace ya muchísimo tiempo. Tú, por supuesto, no los conociste. Fueron las dos personas más importantes de mi vida. Fueron mi modelo. Ellos son los responsables de lo que soy hoy. Todo se lo debo a ellos.

Miré con melancolía las serias y potentes efigies durante un segundo.
Me giré rápidamente, y me hice de nuevo con la copa.

-Eso es lo que a ti te hace falta, querida. Te hace falta un modelo a seguir…
Tu padre es un hombre encantador… pero es débil de carácter. Tu madre lo tiene completamente controlado, ¿Me equivoco? No… no me equivoco. De ese grave contratiempo derivan tus... problemas.
Tus padres te han puesto unas reglas para que las cumplas pero… ¿Siguiendo, que patrón? Tus padres te han dado el camino a seguir, pero no te han dado unos buenos zapatos, ni un buen mapa, para que no te pierdas. Estas confundida y asustada.
Pero por suerte tu padre ha hecho bien, y te ha dejado en mis manos.
Mi hermano pequeño me adoraba, sin duda.

Sorbí un poco de Bourbon y me acerqué a una mesilla. Toqué la campanilla que descansaba sobre ella, y rápidamente apareció el mayordomo, un delgado, calvo y serio hombre inglés que parecía una grulla enchaquetada.

-Henry, tráeme un poco de soda, esto está fortísimo.Dije, señalando la copa.

-En cuanto a ti…Dije, mirando sonriente a Cahetel.
-Vas a hacer una cosa. Buscarás a una mujer. La profesión que desees, de la edad que desees. Quiero que la tomes como modelo. Hay muchas inglesas respetables, las hay en cada mansión, y en cada rincón de esta populosa ciudad. Una de ellas te servirá de modelo. No puedes seguir sin rumbo fijo querida… ¿Lo harás por tu tita Angela?